lunes, 11 de noviembre de 2013

El hombre imán (cuento fantástico)


Según mi amado, la gente debería tener imanes en las manos.
La causa de éste pensamiento fue que estábamos sentados cenando y nos dimos cuenta que faltaba algo, fue entonces cuando Marcelo soñó con la idea de tener imán en la mano y en los respectivos objetos para así no tener que ponerse de pie, tan solo estirar la mano y el objeto se pegaría.
En cuanto a mi figura dijo :
" Mi amor a vos no te puedo agarrar con un imán, te tengo que seducir y ahí vos venís sola. No ? "
Yo quedé embelezada con dicho pensamiento y lo miré con amor y pasión.
Fue así que surgió el hombre imán :
Marcelo un hombre de unos treinta años, se dedicaba a predicar el inmediatismo.
Fue así que un día se le ocurrió hacer realidad su anhelo.
Tenía amigos que estudiaban ingeniería en biomedicina.
Así que no le fue muy difícil llevar a cabo la operación para el implante de dichos elementos llamados imanes.
Claro que los ingenieros también se dedicaron a contratar gente para equipar los muebles de la casa con imanes, para así poder usar los mismos.
La idea era tener todo ya y al alcance de la mano.
Aunque los imanes habían sido puestos en las muñecas, ya que las palmas de las manos debían conservar la sensibilidad a la hora de mantener contacto con los seres animados e inanimados.
Los otros dos pares de imanes habían sido puestos en los tobillos.
La primera prueba de los mismos se realizó en el living de la casa.
Marcelo se sentó en una de las sillas, pero a los minutos quiso cambiar de silla, así que puso sus muñecas en dirección hacia dicho objeto y fue atraído por las leyes de la física.
Así cambio de silla.
Claro que dichos imanes también traían algunas complicaciones.
Marcelo decidió irse de vacaciones a la costa atlántica, más precisamente a Cariló.
Se dirigió a la costa del mar, era la primera vez que intentaba nadar luego de la inserción de imanes.
Notó que se le dificultaba el nado, pero continuo intentándolo, avanzó unos metros.
Ya no era como antes que podía avanzar con rapidez pero mucho no le importó.
El disfrutaba ser llevado por las olas hacia la costa.
Pero de repente se formó una ola gigante que lo terminó arrastrando por el fondo, así que se le fueron pegando toda clase de elementos de cobalto, níquel y hierro. Algunas monedas, aros de corpiños y una latita de gaseosa.
Así que cuando salió a la superficie, se encontraba adornado como un árbol de navidad.
La gente comenzó a reír y señalarlo, no entendían el por qué de los adornos.
El se sonrojó mientras se desprendía lo adherido.
Fue en ése momento que hubiese querido no tener dichos elementos.
Se dispuso a tomar sol ya que el nado había sido patético.
No tuvo en cuenta el recalentamiento por parte del sol respecto a sus imanes.
Cuando decidió mirar la hora, rozó el imán de su muñeca con su dedo pulgar y debió sacarlo súbitamente debido al calor del mismo, la quemadura fue leve.
Como tenía agua a mano, resolvió tirar un poco sobre su dedo para aliviar la quemadura.
Le había sucedido otras veces ésta clase de accidentes inusuales.
Pasada la tarde de playa resolvió ir de compras por la peatonal de la ciudad.
Encontró unas camisas hawaianas, el inconveniente sucedió a la hora de pagar, ya que quiso utilizar tarjetas para abonar, quiso que le debitaran de su caja de ahorro, pero entregar la tarjeta, rozó la banda magnética con el imán de su muñeca y no hubo manera de que el postnet la leyera. Por suerte tenía la de crédito, así que fue más cauteloso, evitó el contacto y pudo abonar con dicha tarjeta.
También tenido inconvenientes con llaves codificadas, brújulas, parlantes y otras cosas.
A la hora realizarse estudios médicos se dió cuenta que sólo algunos eran posibles de realizar, las resonancias magnéticas eran imposibles.
Lo bueno eran que cada tanto se le adhería alguna moneda de cobre niquelado y podía manejarse rápido en su propia casa pero fuera de ella se dificultaba.
Así que el hombre imán empezó a pensar en otra operación y en cómo mejorar los implantes.

Dedicado a M.R.

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