Melocotón: Cuan dulces son tus labios, adoro estar contigo. Amo tu piel. Eres preciosa y tu cara, es como un ángel.
Esmeralda: Ya no soy más monstruo ? No te causa horror mi conducta sanguínea?
Melocotón: No lo sé, he de precisar conocerte mejor a cada instante.
Esmeralda: Mi sed de ti, se ha agotado hace 5 días. Desde que de tu boca melosa salieron esas horripilantes palabras.
Melocotón: Debieras perdonar mi insolencia, te lo ruego.
Esmeralda: Desde luego, pero quedó anotado en mi alcancía mental.
El oído, mi deleite es el oído, recuérdalo.
Melocotón: Debí haberlo sabido antes y no hubiera atormentado tus oídos.
Esmeralda: Nunca jamás quiero volver a oír esas comparaciones horrorosas.
Melocotón: No lo harás. Podría jurar si así lo deseas. Sólo te pido algo.
Esmeralda: Qué es ése algo?
Melocotón: Sé pacífica junto a mi y serás por siempre mi ángel.
Esmeralda: Procuraré eso, de cierto lo haré.
Melocotón: Mi cuerpo tiembla al abrazarte. Escalofríos me recorren. Y mi pecho arde por ti. Cuando me volverás a amar de nuevo ?
Esmeralda: Cuando sientas mi elevado precio. Y procures pagarlo.
Melocotón: Tu ausencia corporal debilita mi alma.
Esmeralda: Debieras aprender a amar sin poseer entonces.
Melocotón: Pues ésta es mi sentencia ?
Esmeralda: Breve quizás, o perpetua, no lo sé. Pero la llama por ti se encuentra apagada.
Melocotón: Cómo la encenderé ?
Cómo volverá a arder?
Esmeralda: Cuando vengan las tormentas y el recio viento, serán probadas tus palabras de amor y permanencia.
Melocotón: O bendita tormenta, apresurate y llega a mi.
O bendito viento no temo tu frialdad.
Esmeralda: El leviatán nunca más saldrá al exterior te lo prometo, ese monstruo que dijiste que yo era nunca más volverá a querer comerte o herirte.
Melocotón: Quiero tu ser angelical. Pero también imploro tu perdón.
Esmeralda: Ya lo tienes, pero el tiempo borrará tu ofensa y el amor volverá con las pruebas de la vida.
Melocotón: Seré paciente entonces. Y ésta vez seré benigno como tú mereces. Te amo mi ángel.