lunes, 22 de julio de 2013

La marca de sangre en la pared

Me encontraba recorriendo un barrio privado, pero se me había permitido ir con un grupo de personas, las cuales elegirían y comprarían una de las casas que yo les estaba mostrando.
Todas las casas tenían la particularidad de ser blancas. Dirigía el grupo sin ninguna preocupación a sus futuras preguntas.
Comenzamos a caminar por una pendiente ascendente, a mi derecha se veían casas tipo chalet pintadas de un impoluto blanco. Todas esas casas iban a ser habitadas por algunos de estos compradores. Miramos la primera casa. Pero cuando llegamos a la segunda, alguien notó que en su parte frontal había una mancha roja, una mancha de sangre.  Medía casi 50 cm, era asimétrica y parecía reciente. La observé con horror, quise pasar raudamente, le temía a dicha cercanía. Entonces una persona me preguntó qué había sucedido allí. A lo que contesté que allí había ocurrido un asesinato. Un hombre había asesinado a su esposa.
Por esa casa había pasado el ángel de la muerte. Se le había permitido llevar consigo la vida de esa mujer.
El asesinato había sido producto del abandono, ya que esa mujer pretendía dejar a su marido.
La pareja había habitado la casa hacía un año.
La mujer cansada de la violencia física y verbal que sufría por parte de su marido, había resuelto huir, aunque ella tenía tres hijos varones. Eran pequeños de tres, cinco y ocho años.
Cuando ella se disponía a escapar ya con la valija preparada, llegó su esposo antes de lo previsto.
Los ojos de la mujer se agigantaron al ser descubierta. Los niños estaban en el living mirando televisión. Pese a ello, ella estaba totalmente decidida a dejar su casa y su familia.
En el momento que llegó su esposo, ella se encontraba en el dormitorio. El hombre comenzó a advertirle que no se fuera, pero ella lo ignoraba. Él  la empezó a cuestionar, la abofeteó al no obtener respuesta alguna por parte de ella. La empezó a golpear, y ella comenzó a gritar, pero este sujeto de un golpe la arrojó al piso y  resolvió trabar la puerta con llave.
Este individuo era un agente de la SIDE, pero su mujer no lo sabía. Creía que era un director de área en el Ministerio de Defensa.
Este hombre vivía mintiendo. Su vida era una mentira. Le habían enseñado a engañar, a ocultar y a desconfiar de todos. También había asesinado a algunos supuestos enemigos del Estado.
Esas muertes eran las causas de sus desvelos y maltratos hacia su mujer, ya que no podía dejar de sentirse culpable, y de algún modo descargaba su furia contra ella.
Pese a eso, ella era en la única que confiaba. No podía permitirse ser abandonado por ese único ser humano. Nunca lo soportaría. Significaría su propia muerte. Por ello, decidió torturarla para que ella se quedara.
A la derecha del somier había un vaso con agua, vaso que había sido volcado durante la pelea.
El instrumento que utilizó era un botón que se desprendía de su camisa, que emitía choques eléctricos. En realidad, Los choques no llevaban en sí a la muerte, pero sucedió algo insólito. Ella logró quitarle el botón torturador y entonces él se le abalanzó, y ella resbaló con el agua derramada del vaso. Cayó al piso, su cabeza dio contra la punta de la mesa de luz que era de vidrio, por lo que la sangre comenzó a brotar. Desgraciadamente, cayó encima del botón por lo cual se le activó a sí mismo y recibió un choque eléctrico fatal.
El hombre enloqueció y, para mantener fresca a su mujer en su mente, resolvió usar la sangre del suelo. Salió por la ventana de su habitación con el pincel embebido en sangre y comenzó a pintar la fachada de la Casa Blanca.
Los vecinos advirtieron los gritos de los niños, llamaron a la policía y detuvieron al sujeto.
Sus hijos quedaron al cuidado de sus abuelos paternos, ya que los maternos habían fallecido.
Este hombre estuvo detenido sólo unos meses, como para que la sociedad se olvidara de él.
Luego fue liberado debido a sus contactos políticos. Pero sus niños nunca más volvieron a ser sus hijos dominados, porque ellos albergaron odio hacia su padre, por haber asesinado a su madre.
El abandono es una consecuencia de la separación. Algunos consiguen convivir con ella, otros no la soportan...


Dedicado a V.K.
Editor: J.S.

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