Tortugo solía ir por la vida lentamente, no solamente a la hora de caminar, si no que a la hora de pensar también, el siempre había sido así.
La liebre , siempre corría, a veces mucho no pensaba en el efecto de sus futuras acciones, quería todo al instante.
Eran dos criaturas distintas, pero su amistad se equilibraba en esas diferencias.
La criatura más preciada, la liebre, era codiciada y perseguida por el humano.
El tortugo también pero no tanto.
La liebre era suave y blanda al tacto exteriormente, pero en su interior era bastante cabrona, aunque a veces era puro jolgorio.
El tortugo, su imagen no deslumbraba, pero en su interior brillaba oro.
Lo raro es que cada uno quería ser lo que no era su naturaleza.
Ambos decidieron cambiar su identidad, para eso se disfrazaron e intentaron ser quien no eran.
El tortugo quería ser veloz y suave como la liebre.
La liebre quería ser ser resistente ante los ataques de la vida y nada codiciada, actuar lentamente ya no más impulsiva.
Liebre fue la primera en cambiarse, se vistió de tortuga, fue a buscar al tortugo , para experimentar el asombro en su viejo amigo.
Tortugo notó una tortuga nueva en la comunidad, mucha importancia no le dió.
Su objetivo no era conversar con nadie nuevo. Fue y se disfrazó de liebre.
Ambos comenzaron a buscarse, pero como habían cambiado su apariencia no se reconocieron.
Tortugo convertido en liebre, empezó a sentirse muy nervioso por tener que escapar cada vez que tenía en frente un perro o un gato. Sentía que más que anhelarlo o halagarlo por su hermosura y suavidad, lo querían de banquete y no estaba acostumbrado a huir por su vida.
Liebre disfrazada de tortuga, sabía que no podía demostrar que era veloz y debía ir despacio por más que su ritmo cardíaco fuera otro. Incluso experimentó eso de dormir a la intemperie ya que tenía una caparazón falsa. También tuvo que aguantar la lluvia.
Lo peor en ambos fue fingir ser lo que no eran.
La primera en cansarse de tal teatro fue la liebre.
Tortugo tardó unos meses más para abandonar el bello disfraz.
Así que perdieron tiempo de amistad.
Al verse de nuevo, se dieron cuenta que no hacía falta ser igual al otro para sentirse mejor, ya que de todos modos su esencia había permanecido intacta.
Su amistad se basaba en escuchar, compartir y aprender uno del otro.
Elegí Titania tras leer a Shakespeare, en Sueño de una noche de verano, Titania era la reina de las hadas, mas allá que mi segundo nombre sea Tania y en la oficina alguien me bautizó como Titania, no soy ninguna reina. Este blog contiene relatos, algunas biografías, una novela, actos de obras de teatros, decretos, trabajos de facultad, diálogos filosóficos, religiosos, todos verídicos, excepto los sueños fantásticos.
lunes, 31 de marzo de 2014
Cuento : El tortugo y la liebre.
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